Cuentos del lejano oeste #2

Dennis Noyes
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Cuentos del lejano oeste #2

Por Dennis Noyes

Una charla con Bernie, abril 1991

Hay varios refranes en inglés que sirven de advertencia cuando uno se prepara para enfrentarse a un adversario peligroso. Entre ellos están: «Let sleeping dogs lie» (no despiertes a los perros) y «Don’t poke the bear» (no provoques al oso). Una de mis favoritas es «No cabrees al papa». Pero, para el propósito de este segundo episodio de Cuentos del Lejano Oeste, yo cambiaría esta última expresión por: «No cabrees a Bernie».

Rara vez se tiene la oportunidad de conocer o entrevistar a un personaje verdaderamente mítico. He tenido suerte en ese sentido y, entre todos ellos, destaca Bernie Ecclestone. Le conocí cuando estaba en su apogeo absoluto... no solo como el gigante del mundo del automovilismo, sino como el maestro de la contestación memorable. Tenía respuestas para preguntas que aún no se habían hecho y le encantaba provocar indignación justificada.

Bernie en sus oficinas, foto de Getty Images: Alexandra Beier

Por ejemplo, en el Gran Premio de Fórmula 1 de Estados Unidos en 2005, en Indianápolis, le preguntaron a Bernie su opinión sobre las mujeres que pilotaban (haciendo clara referencia a Danica Patrick) y cómo promocionarlas. Después de contestar que Danica «prometía», añadió como reflexión posterior: «Tengo una de esas ideas maravillosas mías... las mujeres deberían vestir siempre de blanco, como todos los demás electrodomésticos». Con esta frase provocó un huracán entre las feministas en la prensa y en las primitivas redes sociales de todo EE. UU. Y, como Bernie esperaba, atrajo atención hacia la Fórmula 1.

Es muy probable que el propio Ecclestone, en unión con IRTA, hubiera socavado tanto a la FIM como a Dorna, de no ser porque esta fichó a Ezpeleta.

En abril de 1991, me encontré en Londres en una posición única, sentado frente al caótico escritorio de un molesto Bernie Ecclestone, recién llegado de una desagradable experiencia en el GP de F1 de EE. UU. La entrevista había sido concertada por IRTA y su propósito era, como me lo describió más tarde Paul Butler, «meter miedo a Dorna y desprestigiar a la empresa española».

Y así hubiera sido si no fuera por lo que ocurrió justo antes de tomar mi vuelo a Londres. Me enteré de algo que aún no había aparecido ni en los diarios españoles: Carmelo Ezpeleta había sido contratado por Dorna. Este dato, que supuse que Bernie ya conocería, me dio la oportunidad de ver en directo, desde apenas metro y medio de distancia, su reacción ante la noticia y cuánto cambiaba para él la ecuación con la entrada de Carmelo.

Vamos a preparar el escenario, en resumidas cuentas: Dorna había ganado la guerra de ofertas por los derechos de la FIM, pero los equipos (IRTA) estaban en rebelión y habían acudido a Bernie en busca de ayuda. Este solía referirse a sus dirigentes como «los chicos de IRTA». Se trataba del trío británico formado por Paul Butler, director del equipo Marlboro Roberts Yamaha; Garry Taylor, director del equipo Lucky Strike Suzuki; y Mike Trimby, fundador y secretario general de IRTA, una organización despreciada, aborrecida y odiada por los dirigentes conservadores de la FIM.

Los fundadores de IRTA (de izquierda): Paul Butler, Mike Trimby y el primer presidente Michel Metraux

Los poderosos tabaqueros se oponían abiertamente a Dorna. Se inclinaban por apoyar a Ecclestone, no solo porque habían trabajado con él en televisión mundial y publicidad, sino también porque crecía la conciencia sobre el vínculo entre el cáncer y el tabaquismo. Necesitaban el respaldo de Bernie para asegurar que sus logos siguieran apareciendo en las pantallas de todo el mundo.
Josef Vaessen, presidente de la FIM, intentaba expresar su confianza en que el acuerdo con Dorna sería beneficioso para el campeonato, pero en el paddock del Mundial la oposición no dejaba de crecer.

Llegué al edificio de Ecclestone media hora antes de tiempo y, para no aparecer demasiado temprano, di un largo paseo por la exclusiva zona de Hyde Park. Fue interesante observar que, en un barrio donde las ordenanzas municipales proclamaban que todos los edificios de esas prestigiosas manzanas de la calle Princess Gate debían presentar un exterior uniforme de piedra y ladrillo, tener la misma altura y el mismo patrón de ventanas, las oficinas de Fórmula Uno eran la única estructura con fachada de cristal, ventanas oscuras unidireccionales y un balcón en el tejado. Al parecer, Bernie había encontrado una laguna en la ordenanza de zonificación.

A las nueve menos seis, según mi reloj Timex (cuando la gente todavía llevaba reloj), entré en Bernielandia, donde me aguardaba Pascuale Lettunede, el temido jefe de prensa (temido por la prensa, que decía que Pascuale podía quitarte el pase de prensa más rápido que un carterista en el metro).

«El Sr. E., después de todo el lio de EE. UU., no está de humor para hablar con estadounidenses», me advirtió, al darse cuenta de que, a pesar de escribir en una revista española, yo era americano.

Así que no empecé con buen pie.

La entrevista fue, al menos al principio, más o menos como esperaba IRTA. He aquí algunas declaraciones destacadas de Bernie:

«Creo que, conmigo, la federación del presidente Vaessen ha ampliado su visión de los negocios, de la que no creo que tuviera demasiado conocimiento en el pasado».

«Vaessen y Zegwaard (Joe Zegwaard, director de la Comisión de Velocidad de Carreras de Motociclismo) incluso volaron a Heathrow mientras las negociaciones de la venta seguían abiertas y me aseguraron que, si nuestra oferta no era inferior a la que habían recibido de Dorna, preferirían estar con nosotros. Así que nunca parecieron estar descontentos con I.S.C.».

Le pregunté si la FIM le había informado de los detalles de las otras ofertas:
«Nuestra primera oferta se basó en una sugerencia del Sr. Vaessen, una oferta que, según él, la FIM estaría encantada de recibir de nuestra parte».

Más tarde, Bernie habló del momento en que las cosas empezaron a cambiar:
«Durante todo ese tiempo, nuestra relación fue la de "Josh y Bernie", pero esto cambió cuando recibí una carta con el encabezado "Estimado señor" en la que se decía que otra empresa había hecho una oferta más alta y se nos invitaba a pujar por esa cifra. No parecía que hubiera ofertas selladas. Parecía que otras personas sabían cuáles eran las ofertas...».

Recuerdo que esta declaración de Bernie me sorprendió. Recordé algo que Garry Taylor me había dicho y se lo cité:
«Garry Taylor me dijo que creía que la FIM había cometido un gran error con usted, porque le habían enfadado cuando aún tenía el contrato para los dos próximos años. Añadió que lo tomaría como algo personal, más que como un asunto estrictamente comercial, y que usted podría buscar la manera de hacer que la FIM se arrepintiera de lo sucedido, lo que podría ser perjudicial para el deporte».

En ese momento, vi que Bernie ocultaba una sonrisita. Dijo, en tono irónico:
«¡Oh, no! ¿Cree usted que tengo suficiente poder o influencia para hacer algo así? El campeonato de motos, como me dices, es tan grande que rivaliza con la Fórmula Uno, así que, ¿cómo podría alguien dañarlo?».

Bernie se inclinó hacia delante sobre el caos de papeles, esperando la pregunta que quería. Siempre, el entrevistador debe estar al acecho, atento a aquel momento clave en el que el entrevistado muestra ganas de soltar algo importante, pero solo como respuesta... nunca como una aportación espontánea. En esto, los ejecutivos, federativos y pilotos son iguales.

···
Un inciso:  

La entrevista que realicé con Bernie se produjo en un momento en que IRTA, muchos de los mejores pilotos de la categoría de 500cc y los poderosos patrocinadores tabaqueros, especialmente Marlboro y Lucky Strike, amenazaban con formar un campeonato rival al margen de la autoridad de la FIM. Incluso se rumoreaba que estos «conspiradores» estaban en conversaciones avanzadas con Bernie y que él había propuesto a su buen amigo Max Mosley, presidente de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo), que enmendara sus estatutos para permitirle organizar un campeonato mundial de motociclismo paralelo al de la FIM.

No le pregunté directamente a Bernie si estaba involucrado en esta maniobra o si todo era un simple bulo con Mosley. En retrospectiva, me habría gustado ser más directo, porque este nuevo campeonato parecía una broma del más puro estilo de Bernie, creada con el propósito de fomentar la especulación y la duda.

La amistad entre Mosley y Ecclestone fue fundamental para la profesionalización y expansión de la F1

Max Mosley, hijo de Oswald Mosley, fundador de la Unión Británica de Fascistas (BUF), hizo una aparición fugaz el sábado del Gran Premio FIM de Gran Bretaña de 1991 en Donington Park. Digo fugaz porque apareció de repente y, pocos minutos después, se marchó. Fue una aparición casi mágica: un caballero elegantemente vestido al que parecía que estaban entrevistando. Me acerqué rápidamente porque no quería perderme ni una palabra, pero no tardé en darme cuenta de que Mosley movía los labios sin emitir ningún sonido.

El hombre con el micrófono no me sonaba… ¿tal vez de la F1? Pero Nick Harris, que conoce a todo el mundo de motos y de coches, tampoco lo había visto antes. Y tan rápido como llegaron, se fueron. Salieron por una puerta lateral y no se les volvió a ver, salvo en fotos subtituladas con frases como: «El presidente de la FIA, Max Mosley, visita el Gran Premio de Gran Bretaña de la FIM», sin más explicaciones. Esto dio pie a nuevas especulaciones sobre la posibilidad de que la FIA se aliara con Bernie Ecclestone para organizar un campeonato de motociclismo rival.

A principios de ese año, el presidente de la FIM, Vaessen, ya había desestimado la posibilidad de tal táctica calificándola de farol.«Bernie Ecclestone —dijo Vaessen— no va a tomar ningún papel en la organización de un campeonato pirata porque es vicepresidente de la FIA, y la FIA y la FIM son federaciones hermanas. Bernie nunca dijo que promovería tal idea… solo que, si sucediera, “podría estar interesado". Bernie habla como un empresario japonés. Cuando un empresario japonés dice que podría estar interesado, lo que realmente quiere decir es que no tiene el más mínimo interés. Y, por cierto, los fabricantes japoneses nunca darían la espalda a la FIM».

Cuando pienso en las maniobras, amenazas, bulos y faroles de 1991, siempre me quedo con aquella imagen de la entrevista muda del Sr. Max Rufus Mosley, haciendo una especie de teatro kabuki con el entrevistador fantasma.

Bien, ahora volvamos al despacho de Bernie, 1991.
···

No di credibilidad a la imposible pero ingeniosa fantasía de piratería por parte de la FIA, pero sí le pregunté a Bernie sobre la posibilidad de la "World Series". (📚 Puedes leer la historía completa sobre las World Series en el capítulo "Mano Izquierda" del libro Cinta Americana, a la venta en la tienda)

«Profundicemos un poco más en esto. Si alguien se acercara a usted ofreciéndole un campeonato paralelo de motociclismo, algo así como las World Series (Series Mundiales) de Roberts de hace diez años, pero con circuitos ya garantizados y con, digamos, el 75 % de los mejores equipos y pilotos de la categoría de 500cc, ¿lo consideraría desde el punto de vista de la televisión?»

«¡Por supuesto! —dijo—. Creo que ahora, si se ha firmado un contrato entre la FIM y alguien, obviamente no tenemos ninguna obligación con la FIM. Nuestra única obligación con la FIM es cumplir los dos años de nuestro contrato, lo cual haremos lo mejor que podamos. Que un campeonato sea o no un campeonato oficial de la FIM no tiene ninguna importancia».

Después de esto, pasamos a discutir las regulaciones técnicas de la categoría de 500cc. Bernie creía que las carreras de motos deberían tener reglas técnicas más estrictas, ya fuera adoptando un motor estándar o limitando las especificaciones de los motores, y estaba convencido de que todos debían usar los mismos neumáticos de un único fabricante.

Pero pude ver que se estaba aburriendo y, al entrevistar a alguien como el Sr. E. en su propia oficina, era consciente de que podía dar por terminada la entrevista en cualquier momento. Así que volví al tema candente que siempre tenía a mano.

«Si la licitación se hubiera abierto durante otras 24 horas (como propuso Vincenzo Mazzi, de la federación italiana), ¿habría igualado la oferta de treinta millones de dólares de Dorna?»

«No» —lo dijo de forma enfática.

«¿Cree que Dorna ha hecho un mal acuerdo?»

«Sí. Si la FIM viniera a mí hoy y me dijera: “¿Pujarías un 25 % menos que Dorna por el mismo paquete, que incluye el patrocinio principal, publicidad en el podio, señalización de la pista y muchas otras cosas?”, yo diría: “No, no me interesa”, porque no creo que la FIM pueda cumplir lo que se le ha prometido a Dorna».

Esta respuesta fue mucho más larga de lo que reproduzco aquí. Yo era consciente de que la intención de Bernie era cerrar la entrevista con una descalificación total de Dorna por no tener experiencia en el mundo del deporte del motor. Al final, me hablaba de contratos de Wimbledon, del Masters de Golf y de otros temas que se me escapaban. Incluso recuerdo que miraba su reloj. Terminó con una frase que tenía pensada para cerrar la entrevista:
«Con respeto a Dorna, ya he hablado con uno de sus representantes, pero es que no tienen a nadie, absolutamente nadie, que tenga la más mínima idea del deporte del motor».

Y con esta frase contundente, estaba a punto de levantarse para acompañarme a la puerta.
Pero Bernie estaba equivocado, y se lo dije.

«Eso no es del todo cierto. Dorna ha contratado recientemente a Carmelo Ezpeleta».
Bernie tardó un instante y luego dijo:
«Carmelo Ezpeleta —pronunciando la "z" con la fricativa interdental castellana—. No lo conozco como promotor, pero es un excelente carcelero».

Luego, con un dedo señaló hacia el techo, se llevó el índice de la otra mano a los labios y dijo:
«Apague la grabadora y salgamos a discutir esto».

Bernie me pidió que no incluyera aquella última descalificación de Dorna en la entrevista, sobre todo lo de que en Dorna «no había nadie que supiera nada de motorsports». Como periodista, la decisión era mía, pero hay veces en que es mejor respetar la voluntad del entrevistado.

Me invitó a acompañarle a la calle. Había un Rolls-Royce aparcado justo delante de las puertas de la oficina, como si fuera una escena preparada en una película. Bernie se apoyó en él y me preguntó cómo sabía que Dorna había contratado a Carmelo y sobre el trabajo de Carmelo en el circuito de Cataluña.

La conversación se volvió muy amistosa, equivalente a un cambio de «usted» a «tú».

Lo siguiente es lo que escribí en Racing Together sobre la parte final de esa charla.

Extracto del Capítulo 1, Racing Together (libro publicado por Dorna Sports en 2017)

«Bernie me acompañó hasta la puerta principal y seguimos hablando en la calle. Al parecer, todas las conversaciones en su oficina eran grabadas, así que salir fuera podía ser una medida de precaución inspirada por el escándalo de Watergate.

Le parecía interesante que Dorna hubiera fichado a lo que él llamaba «un hombre del deporte del motor» y recordó que conoció a Carmelo por primera vez cuando el Gran Premio de España de Fórmula 1 de 1980 estuvo a punto de cancelarse debido a un conflicto entre la Asociación de Constructores de Fórmula Uno (FOCA) y la federación automovilística FISA. Su presidente, Jean-Marie Balestre, había suspendido las licencias de todos los pilotos, salvo unos pocos de equipos oficiales, hasta que pagaran unas multas por ausentarse de una reunión obligatoria. Siguiendo el consejo de Bernie, los pilotos de la FOCA se negaban a pagar.

B.E.: «Fue una situación muy incómoda y, hasta el rey se involucró. Dio órdenes de que, dijera lo que dijera Balestre, la carrera debía celebrarse como estaba previsto. Recuerdo haber visto a Carmelo dando instrucciones a los miembros de la Guardia Civil para que escoltaran a los oficiales de la FISA fuera del circuito, apuntándoles con metralletas. Creo que incluso encerraron a un pobre tipo de la FISA en la parte trasera de un Land Rover de la policía. Sí, tal vez Dorna ahora tenga a alguien que sabe cómo funcionan las cosas en este deporte».


Más tarde, le pregunté a Carmelo por su papel como director del Jarama durante la disputa FISA-FOCA de 1980. Le hizo gracia que Bernie lo llamara «el carcelero del Jarama».

«Puede que Bernie exagerara un poco, pero la carrera se celebró aquel día, aunque la FIA acabó anulando los resultados».
Tras esa entrevista, hubo un acercamiento entre Bernie y Dorna, pero los responsables de IRTA y los grandes jefes de Marlboro, Lucky Strike y Rothmans seguían seducidos por la idea de un campeonato independiente de la FIM o, al menos, bajo el control de una alianza IRTA-Ecclestone.

El presidente Vaessen no cedió ni un ápice y decidió organizar en la primavera de 1991 una presentación de Dorna, impulsada por la FIM, durante el Gran Premio de España. El objetivo era convencer a la prensa, los equipos, los circuitos y las marcas tabaqueras de la capacidad de Dorna para gestionar el campeonato.

Fue un desastre absoluto.

En la próxima Cinta Americana: el tercer y último episodio de Cuentos del Lejano Oeste, titulado: «Del infierno en Jerez al éxito en el Jarama, sin pasar por Yugoslavia».

···

PARTE I: La bomba de Budapest 1990

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