Entre Nieto y Crivillé
Eugenio Lazzarini ganó en la categoría de 50 cc, Ángel Nieto en 125cc y “Fast” Freddie en 500cc. Pero en aquella época la “categoría reina” nos quedaba muy lejos ya que los nuestros no corrían en 500. Y los que, además éramos adolescentes—y por lo tanto atrevidos ignorantes—no les dábamos a las victorias de Nieto la importancia que después hemos aprendido que tenían.
Aquel domingo, lo que nos enganchó al televisor, lo que nos hizo levantarnos de la silla y lo que nos hizo caer después con él, fue Sito Pons liderando la carrera de 250 y peleando con otro piloto de quien sabíamos poco más que el nombre, Iván Palazzese. Quienes seguíamos el mundial gracias a las revistas de motos podíamos, más o menos, valorar lo que se jugaban Sito y Palazzese. Pero una inmensa mayoría de telespectadores—aquellos que de Ángel Nieto solo sabían el nombre y los títulos—descubrió, de golpe, un español en un Campeonato del Mundo de Motociclismo de “motos grandes”.
Aquella carrera, caída incluida, fue como un cebo para una generación en la que nadie había pescado aún. Nieto fue campeón del Mundo ese año y repitió título al año siguiente. Pero 1984 no solo fue el año de Orwell y de Eurythmics: fue también el año de Sito Pons. Su victoria en el Jarama marcó la explosión de la afición al motociclismo entre los que teníamos de 13 a 19 años. Lo que vino después... hoy sería una de esas series televisivas de éxito en la que cada capítulo supera al anterior: Sito y Garriga oficiales en 500 (1985 y 1986); ellos dos jugándose el título de “dos y medio” así como Aspar y Derbi logrando el último “doblete” de la historia (1988); dos años consecutivos de “tripletes” de títulos (1988 y 1989)… años de gloria.
Aun así, seguíamos siendo bastante injustos con las categorías pequeñas, y no solo con Aspar; también con Herri Torrontegui y su “Krauser de fábrica de maletas”, con las Autisa, con el largamente esperado podio de Andrés Sánchez Marín y con el merecidísimo título mundial de 80cc de “Champi” Herreros en 1989.
Curiosamente, sin embargo, ese mismo año vibramos con el título de Álex Crivillé y la JJ-Cobas de Jacinto Moriana en 125. ¿Por qué? Porque Cobas fue quien había diseñado la motocicleta revolucionaria con la que Sito nos despertó a un nuevo mundo aquel domingo de 1983. Pero también porque, en nuestra imaginación, todos habíamos querido ser un Crivillé más: un chaval que con 16 años ganó el Criterium sobre una Honda MBX-75, la moto con la que soñábamos para ir a clase o para intentar ligar los fines de semana. En una injusta contraposición, Nieto y Derbi alimentaban el pasado; Cobas, Pons y Crivillé adelantaban el futuro.
Y desde allí, hasta la culminación. Sito fichó a Crivillé en 1992 para llevar la Honda de su equipo de 500 y los aficionados volvimos a encontrarnos en una incrédula fantasía. “Speak Spanish?” tituló Dennis Noyes la crónica del GP de Malasia de aquel año: Crivillé acababa de lograr el primer podio de un español en la categoría reina. Meses después, en Assen, la primera victoria. Y, en 1999, en Brasil, cuando Valentín Requena dijo durante la transmisión de RTVE “Okada se sale del circuito”, Ángel Nieto tan rápido y astuto en cabina como lo había sido en pista exclamó “¡Campeón del Mundo!”. Álex Crivillé acababa de ganar el primer título de 500 de un piloto español.
Desde entonces y hasta ahora, desde Crivillé hasta Márquez, todo. Pero, como en las carreras, de vez en cuando conviene mirar hacia atrás brevemente para saber dónde estamos y de dónde venimos. Y por eso, para los que ahora rondamos el medio siglo, entre Nieto y Crivillé, siempre estará aquel domingo en Monza ’83.
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Monza'83
Igual que vosotros, he visto el Gran Premio de Francia por la tele y, después de estudiar con esmero y asombro las hojas de tiempos, me he dado cuenta que no he visto lo más extraordinario que ocurrió en Le Mans porque Marc Márquez, durante 10 vueltas “invisibles”, dejó claro que sigue siendo (a lo menos en mojado hasta que se recupere del todo) el mismo que, desde 2013, ha sido el mejor.
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