Dennis Noyes y la pistola de Chéjov
Entre mazorcas de maíz y el murmullo de los nucas rojas, un niño llamado Dennis Noyes acudió a la feria anual del estado de Illinois, que se celebraba en Springfield. Quería disfrutar junto a sus padres de una obra de teatro sobre Abraham Lincoln, el presidente que abolió la esclavitud en los Estados Unidos.
Aquel día, el pequeño Dennis salió de Hoopeston, su localidad natal, y vivió una tarde de ocio especial que recuerda muchos años después, pero no porque aquel espectáculo fuera tan brillante como para quedar grabado en su retina. Ese recuerdo sigue en su mente porque escuchó por primera vez el rugir de una carrera de motos. Se celebraba la Springfield Mile, una de las pruebas de flat track más icónicas del Grand National Americano, la competición de dos ruedas más americana. Pidió a sus padres que le llevaran, pero Lincoln ganó la partida.
Lo que no sabía es que todo estaba conectado. Para entender lo que hizo el destino hay que hablar de Antón Chejov, un escritor ruso del siglo XIX que revolucionó la forma de contar historias al crear una figura literaria que se conoce como la pistola de Chéjov. Según esta técnica, el lector tiene delante de sus ojos la clave de la historia, pero no lo sabe hasta el final. El autor deja señales (un rifle cargado encima de la mesa, una moto sin gasolina en la puerta del edificio…) tan sutiles que el desenlace en el que intervienen es magnífico e inesperado. La feria de Springfield fue la primera pistola de Chéjov que el destino puso en el camino de este chico del maíz.
Pasaron casi 20 años hasta que Dennis, ya un adulto con experiencia en periodismo de sucesos en países como Guatemala y Venezuela, acudió a otra carrera de motos. No llevaba demasiado tiempo en España y se pasó por el mítico Montjuich –así se escribía en la época- y, cosas de la vida, el NO-DO le cazó a pie de pista, haciéndose el entendido con un amiga a pesar de que no tenía ni idea, según confiesa él mismo. Primera vez en una carrera de velocidad y ya apareció en cámara, algo que se convertiría en su rutina de trabajo años más tarde. Segunda pistola de Chéjov.
Todo empezó en Springfield, y quién sabe lo que habría ocurrido si aquella tarde, entre mazorcas de maíz y el murmullo de los nucas rojas, hubiera tenido el final esperado por Dennis. El destino lo tenía todo bien atado desde el principio y, si alguien debía tener el privilegio de recordar la primera vez que escuchó una moto de competición… Ese es Dennis Noyes.
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