Ho Chi Minh, Laguna Seca y Miraflores
En 1994, Dennis Noyes recibió un encargo de gran importancia para su trayectoria profesional: dirigir el Gran Premio de Estados Unidos, que se celebraba en Laguna Seca. Un año antes, Kenny Roberts había sido el máximo responsable de este evento y había perdido dos millones de dólares de su propio bolsillo. El objetivo que Dorna Sports había marcado a Dennis, viendo los antecedentes, era perder menos de la mitad que el tricampeón californiano.
El acuerdo entre Dorna y Laguna Seca incluía un apartado por el que la compañía española se quedaba con los ingresos de las entradas y el circuito explotaba las ventas en el interior del recinto.
El problema es que, junto al circuito, existe una instalación militar llamada Fort Ord y, por ley, no es posible construir una valla de separación. La gente de la zona lo sabía y, aprovechando una zona boscosa, entraban al GP por un camino al que habían bautizado como Ho Chi Minh Trail, en homenaje a la famosa ruta utilizada por los soldados de Vietnam del Norte para mandar armas a sus simpatizantes en el sur.
Por supuesto, el circuito, que gestionaba la mayor parte de la seguridad, no hacía un gran esfuerzo para bloquear este acceso. Lógico, porque en el plano económico les interesaba que entrara toda la gente posible. Pero Dennis estaba obligado a encontrar una solución.
Para esta misión de altura, Dennis pensó en Jerry Stansbury, a quien define como “un arreglatodo” con el que había trabajado en el Supercross de Barcelona. Le explicó el problema y la respuesta de este experto en eventos fue clara: “Lo puedo hacer, pero es mejor que no sepas nada. Simplemente, no va a entrar gente que no haya pagado su entrada”. Al día siguiente, Dennis vio llegar un motorhome con cuatro hombres y una mujer “bastante corpulentos” que provenían de un barrio conflictivo de Los Angeles. Decidió no preguntar y confiar en Stansbury.
El viernes del GP, Dennis recibió una llamada de su colaborador para darle instrucciones. Los trabajadores del evento, no los del circuito, debían pedir la entrada a todas las personas que vieran manchadas de verde. Dennis descubrió que el plan de urgencia era disparar, con pistolas de pintura inofensivas, a quienes intentaban colarse en el circuito aprovechando el Ho Chi Minh Trail. “La verdad es que no pintaron a mucha gente, porque se corrió la voz”, reconoce Dennis. Esta medida desesperada había funcionado.
Al acabar el Gran Premio, Dennis y su equipo habían cumplido el objetivo económico, pero habían decidido no pagar el servicio de seguridad de Laguna Seca por no cumplir con su cometido. Entonces, el responsable de seguridad del circuito, un exsheriff del condado de Monterrey, llamó a Dennis a su oficina. Quería intimidarle con un uniforme falso, pero Dennis sabía que el oficial ya estaba jubilado. Además, tenía pruebas fotográficas de los fallos en el servicio. La situación se puso tensa y el policía retirado preguntó, con tono amenazante: “¿En qué condado de California vives?" Y Dennis, con tranquilidad, zanjó el asunto. “Yo no vivo en California. Vivo en Miraflores de la Sierra. Búscame ahí si puedes”.
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El Niño de Maíz
Esta entrevista del verano de 1988 capta bien el ambiente que había aquella temporada entre Pons y Garriga. Por primera vez desde 1970, la posibilidad de que un piloto español se proclame Campeón del Mundo de 250cc entusiasmaba a la afición, pero en este caso, el duelo para el título era entre dos jóvenes catalanes, muy diferentes entre si. Estuve en la Isla de Man en 1970 cuando el gran Santiago Herrero, liderando en la tabla de puntos de 250 cc, perdió la vida en la curva 13. Dieciocho años después yo era parte del equipo de periodistas de Solo Moto y testigo de toda aquella gran temporada de Sito y Joan.
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